Si una persona querida, muy querida y cercana a ti, estuviera sufriendo, porque actualmente, está pasando por un momento difícil o situación complicada en su vida: en relación a la pareja, su salud, su economía, algún asunto familiar o laboral…
¿Qué le dirías a esa persona querida?
¿Le hablarías como un bicho raro? ¿O estarías apoyándola, consolándola, animándola, empatizando con su dolor?
Es más seguro que harías todo lo posible para que se encontrara mejor.
Seguro, que serías muy buena, ayudándola y escuchándola, e incluso te preocuparías por ese ser querido, le mandarías mensajes para saber cómo está, para interesarte por ella, le tratarías con mucho amor, cariño…
Y ahora, te pregunto: ¿y si fueras tú la que sufres? ¿Y si fueras tú la que está pasando por un momento complicado?
¿Cómo te relacionas ante las dificultades? ¿Cómo te relacionas contigo misma?
¿Qué te dirías? ¿Cómo te tratarías? ¿Cómo te cuidarías?
Somos divinas aconsejando, escuchando, animando y ayudando a los demás, pero… cuando nos pasa a nosotros, la cosa cambia. Y cambia mucho.
No hay esas frases de aliento, de ayuda, de consuelo hacia una misma, más bien hay sensación de fracaso, de culpa, de miedo, de enfado, de tristeza…
¿Y por qué te hago esta reflexión? Para que tomes consciencia de cómo te tratas y comportas contigo misma ante situaciones complicadas.
Porque está muy bien cultivar la compasión hacia nuestros seres queridos. Pero también y más importante, empezar a entrenar la autocompasión hacia una misma.
¿Y qué es la autocompasión? Es la habilidad de tratarnos bien a nosotras mismas, como a ese ser querido, “el más querido”.
Para ello, es importante, lo primero, darte cuenta que estás pasando una situación complicada, no desde un modo víctima o para sentirte culpable o con pena y quedarte en el lamento y queja.
Sino, para darte cuenta, que eso que te pasa (sea lo que sea), “duele”. Y es más, permitirte sentirlo para poder gestionarlo, pero primero darle su espacio. “Esto que me pasa, duele”.
Y, en segundo lugar, saber que eso, le pasa a más personas. No eres un bicho raro.
Se trata de conectar con esa parte de humanidad compartida. Darle esa normalidad. “Es normal que me sienta así”.
Y, por último, poner tu atención en ese problema que es importante para ti. Sin olvidarte de tratarte bien, hablarte bien, darte cariño, ser amable contigo misma.
Porque si no te permites sentirlo, si no das esa normalidad a lo que esté pasando (sea lo que sea), aparece ese juez interior crítico, esa vocecita que te dice: “tendrías que haber hecho, o dicho, o no hecho, o no dicho, eres un fracaso, eres un desastre, eres mala madre, mala hija…”.
Es brutal, cómo nos hablamos y tratamos. Ni a nuestro peor enemigo le hablaríamos así.
La autocompasión es una herramienta muy poderosa, para conseguir tu bienestar emocional y tener una autoestima sana. El cultivo de la autocompasión te ayudará a tener un comportamiento proactivo (en lugar de pasivo) para mejorar tu situación personal.
Es fundamental, brindarnos a nosotras mismas afecto y consuelo incondicionales, y más, en momentos complicados, aceptando al mismo tiempo la experiencia humana por difícil que sea, evitando conductas autodestructivas como miedo, negatividad, aislamiento…Reconocer que los errores, y la imperfección es una característica compartida de la naturaleza humana.
Te dejo aquí una charla que tuve hace unos días con mi profe de mindfulness, dónde compartimos reflexiones sobre este mismo tema.
¿Te unes a esta charla autocompasiva?. Te llevo al vídeo>>
Me encantará leer tus reflexiones.
Un abrazote.
May
__
PD.1. Te recuerdo que en breve arrancamos un programa nuevo, «Desactiva los bloqueos del peso». Si quieres unirte a 5 mujeres más, para trabajar conmigo y desbloquear todos esos programas y frenos que no te dejan conseguir tu objetivo saludable de una vez por toda…puedes reserva tu sesión de cualificación, donde te contaré el programa y si tu caso concreto encaja.
Me encantaría saber más. Quiero esa sesión >>>
PD.2. Aquí te dejo el último post donde hablaba del programa:
Deja una respuesta