De mayores creamos el hábito de tapar lo que sentimos, de no mostrar nuestras debilidades, sea por miedo o arrogancia.
Si no satisfacemos las necesidades del cuerpo emocional, nos acarreará desequilibrios.
El cuerpo emocional, no podemos verlo, sí sentirlo. Cuando está en desequilibrio puede alterar todas nuestras funciones, físicas y mentales. ¿Por qué nos empeñamos en ignorarlo y olvidarlo?
Al igual que cuidamos nuestro cuerpo físico con respiración, movimiento, alimento, baño… ¿Por qué no hacemos lo mismo con nuestro cuerpo emocional? Sentimos una mezcla de energías que no distinguimos y que a veces no controlamos y no sabemos encauzar.
Emoción es energía en movimiento. Así, nuestras emociones, son energía que pueden ayudarnos (alegría) o hundirnos (tristeza, enfado, autoconfianza, miedo…). Tenemos que saber escuchar a nuestro cuerpo emocional, descubrir cómo nos comportamos cuando estamos decaídos o cuando estamos bien.
Las emociones se crean de dos formas:
Según la calidad de nuestros pensamientos, se generarán emociones positivas o negativas. ¡Somos lo que pensamos! Y de dónde proceden nuestros pensamientos? De nuestras creencias formadas por nuestra experiencias que nos han marcado a lo largo de nuestra vida.
También se forman por la calidad de vibración de alimentos que escogemos en el día a día. Cada alimento, sólido o líquido tiene una vibración, un efecto que afectará a diferentes órganos de nuestro cuerpo físico. Cada órgano genera un sin fin de emociones según el estado en el que se encuentre. Si se siente débil, bloqueado o con tensión habrá emociones negativas, si está en perfecto estado de salud, habrá emociones positivas.
Depurarlo:
Puede que llevemos años con emociones bloqueadas en nuestro interior que afectan a nuestra salud integral. Emociones de exceso (ira, agresividad, arrogancia…) o deficiencia (miedo, debilidad, victimismo…), son “baúles” que acarreamos llenos de sucesos pasados que ya no existen, pero que controlan nuestra vida.
El pasado se esfumó, el futuro todavía no existe, pero lo creamos a cada momento con nuestras creencias, pensamientos y emociones del presente. Es como ir por el camino de la vida con baúles repletos del pasado. ¿Realmente lo necesitamos? ¿Por qué llevamos tanto peso a cuesta? Están afectando al presente y a nuestro futuro. ¿Nos merece la pena? ¿Tenemos la suficiente valentía para desapegarnos de ellos?
Para empezar hay que estar abiertos a escuchar nuestras emociones y nuestro cuerpo, a no taparlas con comida, bebida o hábitos negativos. Hay que depurar esas creencias que nos están bloqueando.
Dieta de pensamientos negativos y hábitos saludables: alimentación sana y equilibrada y ejercicio físico, entre otros).
(Fuente: Alimentación y Emociones. Montse Bradford)
Deja una respuesta