Es posible alcanzar un peso saludable sin hacer dietas
Sí.
Pero antes de empezar, hago un pequeño inciso, para decirte que la palabra dieta viene del latín «diaeta», que significa, régimen o estilo de vida. Pero la sociedad ha hecho un uso muy distinto, y la palabra se usa hoy en día, con una connotación negativa, de restricción, escasez, privación, prohibición de alimentos o grupos de alimentos.
Dicho esto, voy a usar la palabra con el sentido peyorativo actual.
¿Es posible alcanzar un peso saludable, sin hacer dietas? Sí. Y lo que es más importante, lograr una relación en calma y en paz con la comida, contigo y con tu cuerpo.
Probablemente, llevas toda tu vida intentando alcanzar tu peso saludable y no consigues adelgazar. ¿Cuántas dietas has hecho? ¿Te han funcionado a largo plazo? Piensa en ellas.
¿Qué te hace sentir ponerte a dieta? Estas son las palabras más comunes asociadas a las dietas: falta de constancia, ansiedad, estrés, frustración, enfado… Sé sincera contigo misma.
¿Cómo va a haber algo bueno en las dietas si solo suponen restricción y privación? Entonces, ¿por qué continúas haciendo dietas si ya has visto que no te funcionan? ¿Por qué sigues haciendo lo mismo si quieres resultados diferentes? ¿No te parece algo muy loco?
Seguro que sí, pero es lo que sigues haciendo.
Y claro, ahora viene la gran pregunta: “¿qué voy a hacer si no hago dietas?”
Cambio de paradigma
Cuando cambias de paradigma, cambias totalmente tu forma de ver el peso y de experimentarlo.
¿Por qué en lugar de verlo como un problema o conflicto no lo ves como un RETO?
Enfócate en tu interior, en tu individualidad, no sólo en lo superficial y en el comportamiento. Pregúntate qué pasa dentro de ti para que no consigas ese peso saludable. Tú eres especial y tienes unas determinadas circunstancias que te hacen relacionarte con tu peso y con tu cuerpo de una forma diferente a otra persona.
Los kilos que tienes de más no han aparecido de repente, de un día para otro. ¿Y si tu cuerpo te estuviera enviando un mensaje? En lugar de quejarte, analiza de dónde vienen los hábitos y creencias que tienes y cómo te hacen sentir.
¿Desde cuando tienes ese peso? ¿Qué pasó justo antes de tenerlo? ¿En tu casa giraba todo en torno a la comida? ¿Has engordado desde la maternidad, desde la muerte de un ser querido o un divorcio? O quizás tu madre ha estado toda la vida haciendo dietas y tú has vivido con ese enfoque siempre.
¿Por qué no funcionan las dietas?
Te voy a contar varios motivos por los que no funcionan las dietas. A tu inconsciente no le gustan nada los retos y objetivos que te causan dolor, pero nada. Tu subconsciente funciona por placer o por dolor y las dietas nunca son un placer.
Estar a dieta es una meta que no te mola. A la gente le gusta estar delgada pero no hacer dietas. Porque una dieta significa restricción, privación, escasez… Tu vida se queda como en pausa durante un tiempo, no puedes comer ciertos alimentos, dejas de hacer vida social… y eso no le gusta a nadie.
Es algo temporal. Una dieta tiene una fecha de principio y de fin y, es más, estás deseando terminarla para volver a tus antiguos hábitos: tomarte una cañita, la pizza, el chocolate… Así que, al final, no es que no consigas tu peso sino que además ganas kilos porque te lo comes todo con tanta ansiedad que se produce el efecto rebote. Y además no puedes estar varios meses sólo a batidos, dejando de comer comida real y quitando los nutrientes que son necesarios para el organismo.
Las dietas no te motivan nada, de hecho te cambian el estado de humor. Cuando te pones a dieta, tu inconsciente entiende que estás en peligro. Venimos de épocas de hambrunas y, como mecanismo de protección, nuestro cuerpo almacena grasa porque no sabe cuando va a volver a comer. Así que todo lo que haces pensando que es la solución, es contraproducente para lo que quieres y consigues el efecto contrario.
Te sientes fatal cuando ves que no funcionan. Sientes frustración por no conseguir tus objetivos, con sensación de culpa, de que no eres capaz, con sentimiento de desvalorización, de no poder. Y al final te genera más ansiedad y vuelves a entrar en el bucle de las dietas.
La sociedad y el entorno tampoco ayudan. Gran parte de tu vida social gira en torno a la comida: fines de semana, cumpleaños, bodas, bautizos, comuniones… Y no solo en los días buenos se abusa de la comida, sino también en los malos, cuando estás triste, no sabes lo que te pasa, estás aburrida… Está claro que comer, beber y respirar son necesidades fisiológicas y que las necesitas para vivir, pero también es cierto, que en el caso de la comida, es un hábito aprendido. Tienes aprendido que hay que comer varias veces al día y estás sobrealimentada. Así que es mejor que aprendas nuevos hábitos para tener una buena relación con la comida porque va a ser una relación para toda tu vida.
Tu vida se pone en pausa. Dejas de hacer cosas. Es como si dejáses de vivir. ¿Tú crees que hay algo bueno en eso?
Tienes asociada la comida saludable con hacer dieta y esto no es así. La comida saludable es comida sana y la comida chatarra es una porquería. La comida saludable y real son las frutas, verduras, legumbres, pescado, huevos… Comer este tipo de alimentos a diario no significa estar a dieta, significa que comes de una manera sana y saludable. ¿Se puede ser flexible y comer “otros” alimentos? pues, sí pero de manera ocasional.
No es difícil, ni complicado, de verdad. Lo que sucede es que quieres cambios en tu vida y en tu cuerpo rápidos y haciendo lo mínimo. Y las cosas no funcionan así. No puedes cambiar un montón de años de tu vida de la noche a la mañana. Ese es un pensamiento muy infantil.
¿Dispuesta a hacer cambios?
Tienes que estar dispuesta a hacer los cambios que tienes que hacer en tu día a día para conseguir esos objetivos saludables, comprometiéndote al 100%. Piensa en todas las cosas importantes de tu vida que te ha llevado un tiempo aprender: andar, leer, escribir, un nuevo idioma…
Esto es un proceso y hay un camino que recorrer. Por eso es importante que realices ese trabajo de autoconocimiento y que sepas de dónde vienen esos programas y bloqueos inconscientes que te impiden adelgazar de manera saludable y hacer las paces contigo misma, con la comida y con tu cuerpo, que es lo más importante.
Lo primero y fundamental que tienes que trabajar es la aceptación, entendida como hacer las paces con tu realidad presente y para que este proceso sea más llevadero, tienes que hacer las paces contigo y con tu cuerpo. Son dos relaciones súper importantes porque tu cuerpo es tu vehículo de viaje por la vida, pero parece que quieres un cuerpo diferente ¿No te parece absurdo? No importa que haya partes de ti que no te gusten porque no todas las cosas que hay en tu vida te gustan, pero tú sigues adelante.
Acepta tu cuerpo y llévate bien con él. Ya verás como lo empiezas a ver con unos ojos más amorosos, más compasivos y más amables. Y a partir de ahí, empieza a hacer mejoras que se pueden hacer, como tonificar tu cuerpo, comer de forma saludable, hacer deporte…
¿Te has fijado que siempre hablo de peso o cuerpo saludable y no de peso o cuerpo ideal? pues sí, porque es diferente. Tú puedes tener un cuerpo saludable y no ser tu peso ideal porque es un peso que tienes en tu mente y que a lo mejor, no lo has mantenido en tu vida. Imagínate que has tenido 3 embarazos, tienes 50 años, la menopausia y además quieres tener la talla 36. Eso no es ser realista.
Sé realista con lo que tienes. Pero una realista positiva, empoderándote con lo que tienes, sacándole el mejor partido, la mejor versión a lo que hay. Lo que tienes en tu presente son los resultados de las semillas que plantaste en tu pasado. Así que si quieres un futuro diferente, tendrás que plantar otras semillas y habrá que regarlas y cuidarlas cada día.
Imagínate en el futuro, ¿no te querrías sentir orgullosa de la persona que fuiste en el pasado? ¿de las buenas decisiones que tomaste? Por eso es importante estar en sintonía con la realidad y mejorar pasito a pasito. Nunca infravalores el poder que tiene el mejorar un 1% cada día.
A veces, por falta de tiempo, de dinero o de energía, no haces nada. Pero sí, puedes ir y volver del trabajo andando, subir y bajar escaleras, dar un paseo si tus hijos están en extraescolares, escuchar una formación. Todo esto supone ir introduciendo pequeños cambios en tu vida que te hacen replantearte las creencias que tienes. Y es información nueva para tu mente.
Esto es un viaje y es importante saber en la persona que te vas a convertir al final de este proceso. No es el camino más rápido, quizás al principio se haga un poco cuesta arriba, pero es el que te va a llevar a conseguir los resultados que quieres y que se mantengan en el tiempo.
¿Quieres dejar para siempre las dietas y su efecto rebote?
¿Quieres plantearte, de verdad, un cambio duradero?
Un abrazote lleno de energía
May
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