Nunca me hubiera imaginado poder tener una relación cada día más sana con la comida. Me veo mejor y me siento mejor. He guardado la báscula y no tengo intención de volver a sacarla porque yo me veo bien y eso es lo que me importa. La ansiedad por la comida ha desaparecido precisamente porque no hay nada prohibido.
Si en algún momento me excedo, lo hago de manera consciente y no me culpo como antes, porque sé que forma parte de la flexibilidad, del proceso en sí. No hay nada que compensar ni es necesario un autocastigo.
Esa flexibilidad se extiende a mí misma y a mi autoconocimiento: me trato mejor, me hablo mejor, me exijo lo necesario. Mejor hecho que perfecto.
Gracias May